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martes, 26 de octubre de 2010

No hay descanso en la ciudad de los acostados. Juan Toro


El Cementerio General del Sur, o ciudad de los acostados, como se le conoce en el argot popular, es un lugar en donde el tiempo y la desidia caminan juntas de la mano, sus mausoleos y esculturas centenarias se mantienen en pie de lucha desafiando a la naturaleza, malas administraciones, ritos de santería , malandros y prostitución, que hoy por hoy conforman algunos de los elementos que hacen vida junto al silencio de los muertos.

En lo más alto del cementerio, existe un lugar conocido como La Peste, allí se encuentran un sin número de fosas comunes, cuyo origen se remonta a algunos acontecimientos que han marcado la vida de la nación, el 27 de febrero de 1989 o mejor conocido como el Caracazo y la tragedia de Vargas del año 1999 en donde perdieron la vida gran cantidad de venezolanos. Hoy por hoy es el lugar que alberga todos aquellos cuerpos no reclamados en la morgue de Bello Monte.

La Peste es un lugar olvidado, y eso lo hace un lugar propicio para la práctica de uno de los negocios de más vieja data en este cementerio, la profanación de tumbas…

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